La Mujer más Bonita

lunes, 22 de marzo de 2010

Era uno de esos días en los que el espejo era un enemigo más en la batalla de lucir bien. Y es que esa mañana me levanté más tarde porque el día anterior tuve que trabajar de amanecida. Pero verse bella no es cuestión de segundos, sino que toma de tiempo y sabiduría que en esos momentos no tenía.

Había que alistar a Leonardo para que fuera al nido, y el desayuno, y la lonchera y resultó que los minutos se hicieron segundos y no me quedó mucho tiempo para arreglarme y solo me amarré el cabello y con la cara lavada salí a trabajar.

¡Cómo odiaba el uniforme! No sabía si se achicaba con las lavadas o era yo que estaba cada día más gordita. En fin solo tenía que aguantar unas horas para llegar a casa y sentirme cómoda con mis pantuflas y mi pijama.

Por fin llegó la salida y pude correr a mi hogar para esconderme entre mis sábanas esperando convertirme de Patito Feo en un Hermoso Cisne. Pero la sorpresa llegó después de abrir la puerta...

En la mesa habían unas flores arrancadas de un jardín en un vaso de vidrio con una nota que decía: ¡Para la mujer más bonita!

Por la letra supe al instante que había sido mi pequeño de 3 años. Y es que al regresar del nido siempre pasaba por un parque de flores muy bellas. Y le había pedido a su cómplice Clara que cortaran algunas para que las viera cuando llegara de trabajar.

En ese momento me di cuenta que nuestros hijos nos ven con los ojos del alma y que para ellos no importa los kilos que pesemos, ni las arrugas que tengamos, ni el color de nuestros cabellos. Que se fijan más en la suavidad de nuestras manos para abrazarlos, o en el color de nuestros labios al darles un beso.

Que para ellos seremos sus "reinas de belleza" siempre que les demostremos cuánto los amamos.

La Mamá de Alguien

viernes, 12 de marzo de 2010




No importa cuantos títulos universitarios hayamos obtenido o el mejor puesto laboral que podamos conseguir, después de ser partícipes del maravilloso milagro de la vida, nuestros nombres de pila pasan a un segundo plano y nos rebautizamos como la mamá de alguien...

Es gracioso pensar que entre las madres del salón de mi hijo, nos ubicamos más fácilmente al presentarnos como la mamá de Gonzalo, la mamá de Sebastián, la mamá de Leonardo y no por nuestros nombres propios.

Y cuando tenemos que presentarnos en el salón en la primera reunión del año, más allá de hablar de nosotros mismos todos caemos en comentar cómo son nuestros hijos.

Y es que alguna vez alguien me dijo que nuestra mejor tarjeta de presentación eran nuestros hijos.

Así que la próxima vez que tengan que elegir un nombre para un futuro bebé piénsenlo dos veces porque ese será también el nombre por el que serán reconocidas.
 

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