El poder de una sonrisa

sábado, 18 de febrero de 2012





Leonardo ya está entrando a la pubertad, y sufriendo de cambios emocionales. Ayer me llenó de muchas preguntas que requerían de mi mayor capacidad de contestación. Es difícil saber cuál es la respuesta correcta a todas sus interrogantes, así que lo único que hago es confiar en mi corazón y en el deseo de querer lo mejor para él.


Lo primero que me preguntó fue si yo hubiera sido feliz de que él fuera mi hijo, aunque él hubiera nacido mudo. Su pregunta tenía 2 respuestas para mí que iban amarradas una de la otra. Así que le dije: Amor yo soy feliz de que seas mi hijo, y no por lo que sabes o puedes hacer, si no porque vales mucho, por tu corazón y tus buenos sentimientos. Así que no te hubiera querido más o menos si no pudieras hablar, claro que eso no me hubiera hecho muy feliz porque como madre deseo que estés bien y no sufras, pero juntos hubiéramos aprendido la manera de comunicarnos y de que encontraras cómo adaptarte al mundo.

Después de un rato, me salió con su segunda pregunta: Mamá, ¿cómo sería el mundo si yo no hubiera existido? Esa pregunta me dejó helada por un instante. No podía equivocarme en esa respuesta. Y le dije: Leo, cada persona tiene un propósito en el mundo, y tú vas a encontrar el tuyo más adelante cuando seas grande, pero por el momento tu propósito es hacerme inmensamente feliz. Porque tú eres mi razón de vivir, la fuerza que me motiva a ser mejor y luchar contra las dificultades de la vida. Amor, no debes de tener pensamientos negativos, tienes que pensar que la vida es un regalo, una oportunidad entre 250 millones de espermatozoides que luchan por llegar primero al óvulo para crear la vida. Eso ya lo hemos estudiado juntos en Ciencia y Ambiente, y sabes que la vida es una oportunidad entre millones. Y ese regalo te lo ha dado Dios para que seas feliz y puedas hacer felices a las personas que te rodean. El mundo de las personas que te quieren y mi mundo no sería igual si tú no hubieras existido.

Su última pregunta vino después con un poco de lágrimas en sus ojos, porque me dijo que desde pequeño se preguntaba porque su cara normalmente no era de felicidad. Entonces le dije lo siguiente: ¿Sabes qué se necesita para cambiar la cara de tristeza en una sonrisa? Mover entre 15 y 17 músculos de la cara, y listo! La decisión de verte feliz y sentirte feliz depende de ti. Tú tienes el poder de sonreír. En la vida van a ver muchos momentos de alegría y de tristeza. Tú decides con cuáles te quedas. ¿Sabes qué poder tiene una sonrisa? Puedes hacer que te pasen cosas buenas por pensar que te sucederán, porque atraemos fuerzas positivas si nos decidimos a sonreír más a menudo. Una sonrisa sincera es capaz de abrir las puertas de los corazones más duros, y de transportarte a momentos de mucha felicidad.

Vas a sentirte muy raro últimamente porque estás entrando a una etapa que se llama pubertad, y tu cuerpo va ir cambiando y se va a ir formando tu carácter. Vas a sentirte algunos días que estás molesto o triste, pero tú tienes el poder de sentirte feliz, solo recuerda: SONRIE

Aquí te dejo una canción para que te acuerdes lo importante que es sonreír.





El valor de decir la verdad

sábado, 4 de febrero de 2012





Siempre he pensado que por muy difícil y dolorosa que pueda ser decir la verdad siempre es mucho mejor que mentir y engañar; como que también hay un momento y una manera de decir las cosas para evitar causar el menor daño posible. Y bajo esa filosofía es que he tratado de criar a Leonardo.



Desde pequeño cada vez que me ha preguntado acerca de algo, he tratado de resolver sus interrogantes con la mayor claridad posible, y aunque a veces la respuesta no era de su agrado, le he explicado que muchas veces hay que vencer algunos obstáculos para estar mejor más adelante.


Cuando íbamos al doctor y sabía que lo iban a inyectar, su pregunta sobre si le iba a doler o no salía a la luz, y la respuesta de “no duele” nunca fue una opción. Porqué mentirle y hacerle pensar que colocarse una inyección es una experiencia agradable. Cómo podía decirle que no dolería un pinchazo si todos los niños salían llorando. Aunque su cara de miedo y llanto era inmediata al decirle la verdad, los niños tienen la capacidad de entender el mundo si nosotros tenemos la paciencia y el amor de explicárselo.

Él tenía que elegir entre que tener que soportar por un momento un pequeño fastidio a estar enfermo y no poder hacer las cosas que le gustan, y encima sentirse mal. Y aunque hubiera sido más fácil para mí decirle todo lo contrario, y que ingrese sin miedo al doctor, la idea de ver en sus ojos que su propia madre lo había engañado, me parecía más aterradora.

Los padres somos la fuente de la confianza de nuestros hijos, los que vamos a guiarlos por la vida, y si no somos claros, ni firmes, ¿cómo podemos esperar que nos escuchen y crean cuando los queremos corregir u orientar?

Además, no es malo tener miedo, lo malo es dejar que nuestros miedos nos dominen y no nos permitan hacer y sentir las cosas que nos hacen bien.

Y parece que esta filosofía ha dado fruto, tanto así que después de visitar al dentista, y enterarse que le tenían que sacar algunas muelas de leche, recurrió como siempre a mí para preguntarme cómo sería esta nueva experiencia.

Fue difícil explicar la situación ya que hasta en los dibujos animados tocan el tema del dentista como si fuera de terror. Después de comentarle como sería el proceso, Leonardo se encontraba un poco preocupado, y por ello tuve que recurrir a la confianza que he ido sembrando con el tiempo en él.

- Amor, le dije, tú sabes que yo deseo lo mejor para ti, y que nunca te haría pasar por algo que al final de todo solo te hiciera daño. Es importante que vayamos al dentista, y aunque sé que tienes miedo, yo voy a estar contigo para cuidar de ti. Sabes que yo no te miento y si te digo que a las finales va a estar bien, confía que así será.

Parece que lo que le dije fue suficiente porque llegamos a la cita y después de que Leonardo le hiciera algunas preguntas más al dentista, la extracción fue muy rápida y sin dolor. Leo estaba muy tranquilo, tanto así que ni sintió cuando le sacaron la muela. No hubo ni lágrimas, ni ningún tipo de trauma. Al contrario, nos fuimos a comer helados e hicimos que una situación que podría ser desagradable, se convirtiera en un momento importante para los dos.

Para mí, porque me parece increíble ver cómo mi pequeño niño se hace fuerte y valiente, y para él, porque sabe que tiene una madre en quien puede confiar.

Ahora ya se ha sacado 2 muelas más de las 4 que tenían que extraerle y va sin miedo al dentista porque sabe que no tiene por qué temer.

 

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