¡Atrévete a soñar!

martes, 1 de abril de 2014

Esta historia empezó hace once años, el día que nació Leonardo. Ese día que fue el más feliz de mi vida, también fue uno de los más difíciles que me tocó vivir.

Había dado a luz a un bello varón de 4,030 kg que no entraba en la incubadora porque era muy grande y gordito para ser un recién nacido. La cesárea me había hecho perder mucha sangre y tuve que quedarme en sala de recuperación más tiempo de lo normal. Toda la operación la pase inconsciente y fue el sonido del primer llanto de Leonardo que me trajo de regreso a la realidad.

Esa noche cuando estuve más estable y por tanto preguntar por mi hijo, el pediatra vino a visitarme para decirme porque yo no tenía en mis brazos, como las demás mamás, a mi pequeño bebé.

El doctor me explicó que Leonardo había nacido con un pequeño soplo en el corazón y que había demorado en respirar al nacer, lo que es conocido como depresión respiratoria, y que lo iban a revisar para ver si no tenía algún síndrome más.



Que las consecuencias de su demora al respirar iban a repercutir en su psicomotricidad, que iba a ser lento para aprender y que además iba a tener problemas de lenguaje y comunicación.

Que mi hijo estaba en cuidados intensivos porque necesitaba la incubadora con oxígeno y como yo estaba recién operada no podía levantarme de la cama para poder estar con él.

Aquella noche al recibir esa noticia y luego que mis hormonas estuvieran como locas por acabar de dar a luz, a solas en mi cuarto lo único que atiné a hacer fue ponerme a pensar. No había tiempo de llorar y me tocaba ser fuerte y tratar de estar bien para poder levantarme de la cama y ayudar a mi hijo a estar mejor.

Qué horrible sentir que apesar de cuidarme todo el embarazo, de haber tenido una dieta estricta para que sólo se alimentara mi bebé, de haber hecho todos los ejercicios recomendados, y de haberme portado como la mejor de las embarazadas, mi pequeño hubiera tenido tantos problemas al nacer.

Era inevitable hacerme las siguientes preguntas: ¿qué había hecho mal para que Leonardo estuviera así? ¿Era mi culpa lo que le estaba sucediendo a mi hijo? ¿Qué podía hacer para remediar todo lo que estaba pasando?

Al día siguiente, hice todo lo que me pidieron, dejé que me pusieran todas las inyecciones, me comí toda mi comida y aunque el dolor era fuerte, más fuerte era la pena de no poder estar con Leo, así que no me quejé y pedí que me dejarán verlo.

Aún estaba muy débil para estar de pie, así que me subieron en silla de ruedas y use toda la energía que tenía para poderme levantar y estar al menos unos 10 minutos en cuidados intensivos con mi pequeño bebé.

Es increíble como el amor a nuestros hijos nos da la suficiente fuerza y valor para afrontar los momentos más difíciles en la vida, y ahí metiendo mis manos por las mangas de la incubadora para tocar a Leonardo, le juré en silencio que lo iba a cuidar y que iba a encontrar la manera para que estuviera bien. Que siempre lo iba a apoyar y que me iba a convertir en una mejor persona para ser una mejor mamá.

Así empezó la investigación, y la tarea extra para no aceptar un No se puede cómo respuesta. Me tocó hacer que Leonardo hiciera todas las terapias de estimulación temprana que me aconsejaban los médicos, y conforme fue creciendo los ejercicios para desarrollar su psicomotricidad.

Habría sido más fácil si hubiera tenido más medios económicos, pero eso no fue impedimento para usar mis recursos y mi imaginación y empezar con la tarea de ayudar a Leonardo a adaptarse al mundo que le tocaba vivir.

Usaba todos los consejos que me daban los médicos, siempre me reunía con las profesoras de Leonardo y reforzaba lo aprendido en el Nido, haciendo tareas y ejercicios adicionales en casa.

Compré libros para leerle, para que aprendiera a leer, en idiomas para que no le fueran desconocidos los lenguajes, veía vídeos para estimulación y de índole educativo, y conforme fue creciendo, lo llevaba a la cabina de Internet para que pudiera trabajar con material multimedia.



Salía al parque con él a jugar con la pelota, a correr, a rodar. Recuerdo que hasta hacíamos planchas y abdominales juntos y se levantaba el polo para mostrarme su barriguita flaca.

Jugábamos con plastelina, con cerámica, amasaba y hasta cocinaba conmigo. Realmente me dediqué a aprender para enseñarle a Leonardo todo lo que tenía que saber. Y luego, tanta dedicación comenzó a dar sus frutos.

Y esos frutos han sido una de mis mayores alegrías, ya que Leonardo pertenece al quinto superior de su colegio, tiene un buen oído para la música, es muy bueno dibujando, y a fines del año pasado recibió un diploma por ser el primer puesto de la clase para niños avanzados en inglés. Un reconocimiento que se lo dio The City and Guilds of London Institute.

Aunque a su corta edad, Leonardo ha tenido que pasar por exámenes médicos complicados: electrocardiogramas, encefalogramas, tomografias, etc. Es un niño inteligente, con muchas habilidades, pero sobretodo con un generoso corazón.



Por eso, aunque la situación parezca muy difícil para poder salir adelante, aunque sientas que tus problemas son muy grandes y que no tienes recursos para afrontar lo que se viene, aunque estés muy cansado de seguir intentando estar bien: No te rindas y no aceptes un No se puede cómo respuesta.

Porque vas a terminar cansado muchas veces, y habrá gente que no crea que puedes, pero tu perseverancia será la que te guiará al camino del triunfo, con la ayuda del amor y la fe que le pongas a todo lo que hagas para alcanzar tus sueños.

Y que como todo en la vida hay dos lados para mirar una situación. Prefiere siempre ver el lado positivo. Aprende como esta historia que comenzó de manera triste terminó con un final feliz, porque está experiencia hizo que nuestra relación madre - hijo fuera mucho mejor.

No te dejes llevar por lo que te puedan decir los demás, porque sólo nosotros mismos podemos definir quiénes somos y cuales son nuestros sueños. Y lo más importante, nuestras limitaciones sólo existen en nuestra mente y se alimentan de nuestros miedos y nuestra falta de compromiso.

Así que ¡Atrévete a soñar, porque los sueños sí se pueden volver realidad! Tú has sido el mejor sueño despierta que me ha tocado vivir. Y cuando ya no esté físicamente para animarte, mi espíritu y mi amor siempre estarán contigo Leonardo para recordarte que ¡Yo creo en ti!

 

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