La imaginación

jueves, 4 de agosto de 2011



Es dura la tarea de enseñarle a nuestros hijos a ser ordenados. Y se vuelve cada vez más difícil conforme van creciendo.

El otro día estabamos arreglando el dormitorio con Leonardo, y mientras le pedía que doblara su pijama sucedió algo muy peculiar. Yo tengo una manera de doblar la ropa, así que le explicaba a mi hijo cómo hacerlo, y él me respondió con una frase que me hizo pensar: "¡Mami, yo tengo mi manera de hacerlo! ¿Está bien que lo haga así?"

Fueron unos segundos en donde mi instinto de decirle cómo se deben de hacer las cosas se debatió con la interrogante sobre si era cierto que solo existe una manera correcta de hacerlas.

Hace poco fui a una charla que me inspiró, en la que hablaban acerca de la creatividad y como conforme vamos creciendo nos volvemos menos creativos. Como la sociedad nos va quitando la facilidad de ser innovadores mientras nos volvemos adultos. Yo no quería convertirme en una madre que destruya o interrumpa la posibilidad de que mi hijo use su imaginación.

También recordé cuando Leonardo era pequeño y empezaba a dibujar y pintar en el nido. Le gustaba pintar el cabello de las personas de color azul (después descubrí que era su color favorito), pero cuando me preguntaban por qué no lo corregía, yo respondía que mi hijo era libre de pintar el mundo con los colores con los que sus ojos lo veían. Así que en sus dibujos siempre encontraba gente con la piel de diferentes colores: naranja, marrón, amarillo y color piel (como él le dice ahora) y con cabellos de colores extravagantes como el azul y el verde. Nunca le impuse el color que debía de usar a la hora de hacer sus obras de artes que llenaron la puerta de mi refrigerador en alguna ocasión.

Ahora que escribo todo lo que se me vino a la mente me parece increíble que solo demorara unos breves segundos para hallar la respuesta a la pregunta Leo. Parece que cuando uno es padre las ideas vuelan rápidamente para poder tomar una decisión. Así que después de pensarlo casi instantánemente, mi respuesta fue: "Hijo, hay diferentes maneras de hacer las cosas. Mientras que veas que tu manera de hacerlas cumpla con la misma función o la mejore, yo creo puede servir. Es bueno que uses tu imaginación"

Parece que Leonardo entendió muy bien lo que le dije, porque al día siguiente me enseñó un nuevo robot que había fabricado con sus piezas de Lego y que no estaba en el manual. "Mira mami", me dijo - ¡Usé mi imaginación como tú me dijiste!

Y es que en vez de renegar porque la ropa no la doble a mi manera, preferí ser tolerante y motivar a que use su ingenio para resolver los problemas que le pueden venir en la vida. A las finales igual salgo ganando, porque él va a ordenar su ropa, ya que se va a sentir más cómodo haciéndolo como a él le gusta, y además que va a aprender a desafiar su intelecto cuando necesite encontrar una manera de hacer las cosas.
 

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