¡Tenemos que ser responsables, mamá!

sábado, 16 de abril de 2011


Leonardo, tenía la ilusión de estar en la agrupación musical de su colegio. Practicaba y practicaba la flauta dulce, con la esperanza que lo llegaran a eligir. Hasta que llegó la última fecha de las selecciones, y gracias a Dios, Leonardo fue convocado. Él era el único hombre de su salón que había sido escogido.


Con mucha alegría me contó en la casa, por la noche, que por fin había sido seleccionado para tocar representando al colegio en el concurso que organizaba Nueva Acrópolis.


Empezaron los ensayos, y después de clases se quedaba dos veces por semana, y también tenía que asistir los sábados. Así estuvimos casi dos meses, entre prácticas y ensayos, hasta que llegó el día en el que tenía que concursar.


Mi hijo estaba muy nervioso, pero a la vez muy emocionado porque iba a tocar para cientos de personas, lo que tanto había practicado.


Ese mismo día del concurso, salieron temprano del colegio, pero igual les dejaron tareas para el día siguiente.


¡El recital, fue todo un éxito! Era increíble ver como más de 70 flautas tocaban perfectamente sincronizadas una melodía. Yo me sentía muy orgullosa y muy contenta, por todo el esfuerzo que le había puesto Leonardo a sus prácticas.


Como eran uno de los últimos colegios en presentarse, ese día salimos muy tarde del teatro, que además se encontraba lejos de casa, por lo que se me ocurrió decirle a Leo, que llegando iba a escribirle una nota a la profesora disculpándome con ella y pidiéndole que nos diera un día más para presentar la tarea. Leonardo, me miró fijamente, como lo hace siempre que me va a decir algo importante, y me dijo: Mamá, el hecho que esté practicando música, no es excusa para no cumplir con mis obligaciones. ¡Tenemos que ser responsables, mamá!


Yo me quedé boquiabierta, porque tenía mucha razón, yo le había sugerido postergar una responsabilidad, porque sabía que estaba cansado, pero mi hijo me demostró lo mucho que está creciendo, indicándome que las responsabilidades se cumplen.


Finalmente, llegamos a casa, y efectivamente hicimos la tarea. Ese día nos acostamos muy tarde, pero eso no fue un impedimento para levantarnos al día siguiente temprano y cumplir con las obligaciones del día.


Ese día, Leonardo me demostró que no solo había aprendido la lección de que con esfuerzo y dedicación, podemos lograr las metas que nos proponemos, sino que además la responsabilidad es muy importante para conseguirlas.
 

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