Una taza de té para el alma

martes, 22 de mayo de 2012


No estoy acostumbrada a tener discusiones fuertes o a enojarme muy a menudo, porque cuando lo hago el malestar general, físico y mental, afecta a mi salud directamente.

Después de una semana difícil, un gran dolor de estómago, me envió inmediatamente a mi cama. Como solo estábamos Leonardo y yo, lo único que pensaba era en acostarme y esperar que el dolor se alejara.

Le pedí a Leonardo que me dejara dormir un rato, porque necesitaba descansar para sentirme mejor, y mi hijo con su cara de preocupado me preguntó ¿qué te pasa mami? ¿te sientes mal?  Sí hijo, le respondí, - tengo un gran dolor de estómago, y quiero estar en mi cama para que se me pase.

Me envolví entre mis sábanas y cerré mis ojos esperando que el dolor se fuera, y grande fue mi sorpresa cuando a los minutos, Leonardo se apareció con una taza en la mano.  -Mami, me dijo. Aquí te traigo un té para que te calme el dolor. Disculpa porque no lo pude preparar muy bien, el agua no estaba muy caliente y la bolsita del filtrante se abrió y toda la hierba se quedó flotando en el agua. Si no te lo quieres tomar no me voy a molestar, pero quise hacer algo para que te sintieras mejor.

-Amor, le dije, - no te preocupes por las hierbitas, que yo me voy a tomar este té, le dije - Y sabes porqué: Es que no hay mejor remedio que el amor. Esta taza además de tener agua tibia, está edulzada con tu cariño, y se mantiene caliente por tus ganas de verme bien. Lo abracé y lo besé, y de un solo sorbo me acabé la taza de té.

No podía sentirme mal viendo como mi hijo, ha crecido y ahora se preocupa por mí, como quiere cuidarme y ver bien a su mamá. Cómo podía rechazar esa taza de té, que es la taza más sabrosa que he probado en mi vida.

Siempre pensé, que lo malo de estar sola era que no iba a tener alguien que me pasara una taza de agua caliente para curarme cuando estuviera enferma, pero Dios me ha bendecido con un hijo, que a pesar de que solo tiene 9 años, me hizo darme cuenta que no debo sentirme sola nunca más.

Y es que esa taza de té, no solo fue un remedio para mi estómago, si no también para mi alma. Para saber que aunque hayan días difíciles en mi vida, tengo a mi lado un compañerito que me ama, y que su amor es el mejor motivo para ser feliz.





 

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